Mi operación la hicieron tres chavales de 20 años con cánticos del Galatasaray en el móvil
Primero ves pelos en la almohada. Luego te fijas bien y los distingues en el suelo de la habitación. Caen sobre la mesa; sobre el portátil; sobre la comida. La frente crece y la coronilla se aclara. Empiezas a no poder peinarte. Te obsesionas. Champús, sprays, pastillas; pruebas de todo, pero nada te sirve. Llevas la palabra “calvo” impresa en el código genético.
Aún así, no te rindes. Preguntas a Internet y de repente aparece un país como por arte de magia: Turquía.
La pérdida progresiva y cruel de pelo llevó a más de 90.000 hombres a operarse el año pasado en las 300 clínicas de implante capilar que hay en Estambul (según datos del Ministerio turco de Salud). Llama la atención ver terrazas de hotel llenas de hombres con muestras evidentes del postoperatorio. De ellos, la mayoría llegaron atraídos por los precios que maneja el negocio del pelo en la capital turca:mientras en España un trasplante cuesta de 6.000 a 10.000 euros, en el país otomano sale por menos de 3.000.
Lo llaman la ‘nueva pasión turca’ y es el resultado de una política impulsada por el presidente Erdogan para relanzar la economía del país (tras los atentados del Daesh y la purga de su gobierno) a través del turismo sanitario. En 2016, alrededor de 700.000 cirugías de cabello se realizaron en todo el mundo. Unas 100.000 de ellas se realizaron en Turquía. La idea es subvencionar a las clínicas low-cost para que éstas fijen el precio más bajo del mundo y los hombres acudan en peregrinación a darse un buen chute de autoestima.
Foto: Emanuele Satolli
Mientras en España un trasplante cuesta de 6.000 a 10.000 euros, en el país otomano sale por menos de 3.000.
En el caso de los españoles, por lo general viajan de la mano de una compañía intermediaria que les ofrece dos noches de hotel, desplazamientos con chofer, operación y seguimiento postoperatorio. Unas minivacaciones en la capital turca que, en la práctica, para muchos distan de ser placenteras.
“Yo fui con Medicalfue convencido por el comercial Gonzalo Campos, quien me dijo que la operación sería sencillísima y quedaría de lujo porque mi caso no tenía ninguna complicación. Hice lo peor que pude hacer: fiarme. Me dijeron que me pondrían 3.200 folículos y no me pusieron ni la mitad. Además, la operación la hicieron los auxiliares del médico, tres chavales de unos 20 años que me operaron poniendo en el móvil música tecno y cánticos del Galatasaray”, relata Fernando.
“La intervención duró unas 6 horas y sangré muchísimo, pero el cirujano (Koksal Denis) apenas se pasó por allí, estuvo al principio para trazar las líneas y poco más. Podías pensar que quizás estuviera supervisando otras operaciones, pero dos de las veces que volvió lo hizo con la cazadora de la moto”.
El absentismo denunciado por Fernando choca frontalmente con la ley turca, que exige a los cirujanos cualificados estar presentes durante toda la intervención. Su caso sin embargo parece una constante. Así lo vivió Txema, otro paciente enviado por Medicalfue:
“Tras contactar con Gonzalo Campos me decidí a ir. Ya en la operación, me tumbaron en la camilla, me pusieron 7 pinchazos de anestesia local, sacaron los folículos, llegó el doctor Koksal con una especie de cuter y empezó cras, cras, cras a toda hostia haciendo agujeritos. Pero vamos el doctor no opera, él pone el nombre y te hace las aberturas. Yo me ví como un cerdo en el matadero. Noté muchísimos tirones, fue muy bruto todo”.
Parte frontal de Txema tras la operación
Estaba como un cerdo en el matadero. Fue muy bruto todo.
Según el paciente vasco, los auxiliares le destrozaron la zona donante (parte trasera de la cabeza de donde se extrae el folículo para injertarlo en el frontal), por lo que no podrá volver a operarse jamás. “Solo he recuperado un poco la zona por encima de la oreja y fue porque me puse una mezcla de Thrombocid y Minoxidil”.
Así quedó la zona donante de Txema
Muchas veces nos hacemos pajas mentales y pensamos que vamos a volver a España con melena.
Varios pacientes consultados afirman estar montando una plataforma de afectados para pedir que Medicalfue les devuelva el dinero. Mientras, el comercial lo niega todo: “A mí jamás me ha llamado nadie diciendo que se siente estafado. El problema de todo esto son las expectativas, muchas veces nos hacemos pajas mentales y pensamos que vamos a volver a España con melena”.
Quizás albergaran expectativas desmedidas, o quizás no; lo cierto es que ponerse pelo en las clínicas low-cost turcas está empezando a ser una lotería, pues resulta complicadísimo discernir entre médicos artesanos y aprovechados que ponen pelo a machete dejando la cabeza en carne viva.
Foto: Emanuele Satolli
Te ofrecen unas mini vacaciones: dos noches de hotel, desplazamientos con chofer, operación y seguimiento postoperatorio.
También cuesta encontrar información verídica en un negocio atestado de pseudoprofesionales peleando por su trozo de pastel. En este lodazal emergen enfermeros con clínicas clandestinas, comerciales que venden la moto y desaparecen, foreros untados por las clínicas para divulgar falsos casos de éxito, pacientes envidiosos y malintencionados, pacientes realmente estafados y... trabajadores explotados.
El ‘milagro’ de la industria de turismo capilar low-cost es posible en parte gracias al apoyo financiero de su gobierno, pero también a las penosas condiciones salariales de muchos auxiliares. Según cuenta la periodista Pesha Magid en un artículo para Quartz, algunas clínicas están contratando a refugiados sirios para que ejerzan de comerciales en jornadas de 10 horas diarias por 340 euros al mes.
¿Cómo pueden competir contra eso las clínicas españolas? “Diciendo la verdad. En Turquía te dicen que te implantan una cantidad de folículos determinada y siempre ponen menos porque no saben hacerlo mejor. Después vienen los pacientes con falta de densidad a que nosotros arreglemos el desaguisado”, afirma Christophe Guillemat, director de la clínica CFS de Barcelona, que presume de tener en cartera a “futbolistas y muchos famosos”.
Lo último no es baladí. La cirugía estética ha sido casi siempre un recurso elitista controlado por un oligopolio de empresas y accesible únicamente a las grandes fortunas del país. De España se ponían pelo empresarios, políticos, actores, toreros y futbolistas. Hoy el paisaje ha cambiado y miles de excalvos anónimos vuelven a peinar mechones gracias a los precios de Turquía.
Vi a un tío de 50 años salir de la operación y ponerse a llorar a moco tendido de la alegría.
Porque no todo es decepcionante, claro. También hay cirujanos reputados ensombrecidos por el ruido. El peluquero Miguel Jiménez está empeñado en hacerles justicia desde su canal de Youtube y su barbería-trinchera en Murcia, donde recibe a cientos de personas perdidas en la maraña de información. ¿Dónde operarse? ¿Con quién? ¿Merece la pena viajar a Turquía?
“Yo me operé en Madrid con el mejor médico de España, me costó 12.000 y estuve 5 ó 6 meses escuchando que me habían timado. Aquí te pueden timar como en Turquía, pero allí se opera mucha más gente y es fácil que salgan casos malos. No obstante, yo he ido dos veces a Estambul y me ha encantado. La segunda vez vi a un tío de 50 años salir de la operación y ponerse a llorar a moco tendido de la alegría. Llevaba 30 años queriendo operarse. Eso te parte el alma”.
Miguel está elaborando una lista de clínicas low-cost decentes y otras que engañan a sus pacientes (a partir de sus propios comentarios) con el fin de asistir a todo el que se lo pide. Poco a poco se está erigiendo en el defensor del alopécico –figura imprescibible en una industria intoxicada– y desde estas líneas ofrece sumarse a la causa de Fernando, Txema y los demás afectados por las prácticas de Medicalfue: “Dile a los chicos que si quieren se pongan en contacto conmigo y les hecho un cable”.
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